El Volkswagen Beetle cabrio es uno de esos coches a los que tenía ganas de echarle el guante. Su estética imponente y el buen sabor de boca que me dejó la versión carrozada que pude probar a principios del año pasado, fueron motivos más que suficientes para conducirlo y contarte qué me ha parecido. La versión que pude conducir, estaba asociada al acabado deportivo sport y al motor sobrealimentado de gasolina de 160 CV. Este modelo lo puedes adquirir desde unos 30.000 €.
Capota de lona de accionamiento automático
Si hay algo que me ha quedado claro, antes incluso de probarlo, es que la versión descapotable tiene ese plus de elegancia y exclusividad que el carrozado no es capaz de alcanzar, aunque también debo decir que, desde mi punto de vista, ambos son coches realmente atractivos.
Ya que te hablo de la capota, voy a entrar más en detalle sobre su funcionamiento. Lo primero que me gustaría destacar, es su calidad de fabricación. Al momento de tocarla, se nota que está muy bien hecha, que resulta sólida y que es su aislamiento es tan bueno, que nunca tuve la sensación de que iba en un descapotable. Además, tampoco resta capacidad al maletero (225 litros), aunque la boca de carga es más reducida y, por ende, menos práctica cuando se trata de cargar objetos voluminosos. Pero esto no es un detalle que a mi personalmente me preocupe, porque este Beetle ni es una furgoneta ni un horrible monovolumen. La única pega que le he encontrado a este portón, es que, cuando ha llovido mucho, al abrirlo, parte del agua que se acumula en el mismo, entra en el interior del maletero.
Para facilitar su uso para el día a día, la capota equipa un sistema electrohidráulico que permite que se abra en sólo 9,5 segundos, incluso a velocidades de hasta 50 km/h. Para cerrarla, sólo invierte 11,0 segundos –ese segundo y medio extra, es tiempo que invierte este sistema para fijarla automáticamente al parabrisas-. Toda la maniobra es sencilla (tan sólo hay que pulsar una tecla situada en el parabrisas y toda la maniobra se realiza en silencio y sin movimientos bruscos).
Cuando vamos descapotados, la capota queda plegada detrás de los asientos traseros, lo que optimiza la visión trasera. Para protegerla y mejorar la estética, se puede cubrir con una lona de cuero que no es muy engorrosa de instalar, una vez que la has puesto y quitado un par de veces.
Muy fiel al escarabajo original
Por dentro, nuestra unidad de pruebas contaba con una tonalidad beige que, en mi opinión, le da un plus de elegancia y claridad al interior que le hace ganar muchos enteros. Por lo demás, como buen Volkswagen que se precie, la calidad de fabricación está más que cuidada, aunque nuevamente me ha sorprendido que, el nuevo Beetle, no tenga la misma sensación de calidad en un Golf, al menos aparente. Digo esto, porque quizá hay demasiado plástico rígido. Por diseño, Volkswagen ha querido que, esta nueva entrega del escarabajo, mantenga cierta fidelidad con el diseño de las primeras generaciones.
El interior, sin ser el de un monovolumen, ni tener demasiados compartimentos, resulta suficientemente práctico y utilizable, más que el de muchos utilitarios y compactos. Los ocupantes de las plazas delanteras tienen a mano un buen número de compartimentos en el túnel central, en el apoyabrazos abatible situado entre los dos asientos delanteros, en las puertas y debajo de la consola central. Delante del asiento del acompañante hay dos guanteras que resulta prácticas, sobre todo la de la parte inferior. Detrás, los ocupantes pueden disponer de un posavasos ubicado en el túnel central, dos pequeños huecos situados en los paneles laterales y dos bolsas flexibles integradas en los respaldos de los asientos delanteros.
Como un guante
El puesto de conducción es perfecto. En mi caso, volante, pedales y cambio estaban ubicados en el punto ideal para sentirse cómodo desde el primer momento. Quiero destacar, especialmente, el diseño del volante, que es perfecto por tamaño, grosor y formas. Se lleva un diez.
En cuanto a los asientos delanteros, no me han gustado especialmente por calidad y ergonomía, pero no resulta incómodos y me parecen bastante aceptables para cumplir con su cometido.
Como podrás suponer y entender, el espacio disponible para las plazas traseras está condenado por el diseño peculiar de la carrocería. La mayor limitación que veo para un adulto de una estatura normal (hasta 1,80 m aproximadamente), es el poco espacio que hay para las piernas, algo que se puede compensar sacrificando levemente el confort de los ocupantes delanteros.
Diversión y placer asegurados
Llega el turno más esperado, el de conducir. Durante todo el tipo que he podido tener el coche, lo he disfrutado mucho. No sólo por su condición de coche lúdico y descapotable, sino por conducción pura y dura. Es un coche con un tacto formidable y de calidad. Probablemente no sea el coche más eficaz del mundo, pero he disfrutado mucho conduciéndolo y, con eso, me vale. La dirección es precisa y deliciosa, el tacto de los frenos es impecable y la suspensión –que se la nota algo firme- absorbe bien y cuida a los ocupantes. Para darte un paseo, es un gran coche. Pero cuando se trata de “irse de curvas”, te permite pasarlo en grande sin que tenga aspiraciones de deportivo. Es un coche que se entiende muy bien con el conductor y que tiene una trasera viva de reacciones, que no brusca o difícil de llevar. Precisamente, el carácter de la trasera, es el picante perfecto cuando se trata de desmelenarse un poco y disfrutar de la conducción como algo lúdico, que no peligroso.
El motor le pone la guinda al pastel. Y es que, el 1.4 TSI de 160 CV, es de los mejores motores de gasolina que hay en el mercado actualmente. No sólo es un motor muy bien hecho por tecnología y calidad –algo que he podido comprobar- sino que tiene un rendimiento y funcionamiento formidable. Es una mecánica muy refinada, plana y progresiva a la hora de entregar todo su par y potencia. Además, desde la parte más baja del cuentavueltas, responde con energía de forma impecable y, en la parte media alta, mantiene mucho vigor para sacarle el máximo partido a este pequeño motor.
Para rematar la faena a este excelente conjunto mecánico, entra en juego el cambio automático de doble embrague DSG, que en su versión de siete velocidades, se acopla estupendamente a este motor. Y es que, esta caja automática, es capaz de sacarle lo mejor al motor, además de agilizar la conducción gracias a lo rápido que gestiona todas las marchas.
Por prestaciones, posiblemente es el motor más equilibrado de la gama, ya que mueve al coche con solvencia y es capaz de darnos unas cuantas alegrías cuando queremos pisarle para disfrutar de una aceleración más que decente. En cifras, este Beetle es capaz de acelerar de 0 a 100/km en 8,6 segundos y alcanzar una velocidad máxima de 206 km/h.
El consumo de carburante, algo a lo que no he prestado especial atención a lo largo de la prueba, entra dentro de lo razonable. En nuestro caso y haciendo una valoración mixta (ciudad/carretera) la media se situó sobre los 7,8 l/100 km.
Precio y equipamiento
El nuevo Volkswagen Beetle Cabrio ofrece tres líneas de equipamiento diferentes: “Beetlemanía”, “Design” y “Sport”. Además, se han diseñado dos modelos especiales exclusivamente para la versión descapotable del Beetle, “50s Edition” y “70s Edition”, que, correspondiéndose con su denominación, ofrecen el encanto de aquellas décadas. Cada uno de los cinco modelos diferentes tiene su propio carácter.
Nuestra unidad de pruebas –con aspecto “70s Edition”- estaba asociada al acabado sport, que se diferencia de otras versiones por detalles como llantas de aleación ligera de 17 pulgadas del tipo “Elba 73” y neumáticos de 215/55, pinzas portapastillas de color rojo de serie (para la versión de 147 kW / 200 CV), carcasas de los retrovisores exteriores de color negro, molduras protectoras laterales negras con aplicaciones cromadas, perfiles cromados de las rejillas de ventilación, tubo de escape cromado (para la versión 147 kW /200 CV) y perfiles embellecedores de aluminio anodizado.
El equipamiento interior del Beetle Cabrio Sport se caracteriza por detalles como el salpicadero Dash Pad estética y la ‘guantera escarabajo’. Algunos de los detalles de serie son la iluminación ambiental (monocromática), los asientos deportivos de diseño “Karbu” con ajuste de apoyo lumbar (delante), los bolsillos portaobjetos ubicados en los respaldos de los asientos delanteros, el volante de cuero de tres radios con aplicaciones negras, los pedales con aspecto de aluminio, los biseles cromados de los elementos de manejo del climatizador de serie y los reposabrazos de las puertas de color negro.
Esta versión deportiva está disponible desde 30.060 € (ver todos los precios).
Conclusión: Después de probarlo a conciencia, el Beetle cabrio me ha gustado más de lo que esperaba. En mi opinión, es un coche que engancha por estética, fascina cuando toca conducirlo y te convence por su buen funcionamiento a nivel global. Tampoco quiero que pienses que es el típico coche de capricho que no vale para casi nada, porque el Beetle tiene ese carácter práctico que le saben dar los alemanes para que sea un coche confortable, razonable y más que válido para el día a día.
Texto: Gustavo Rodríguez
Fotos: A.R. Sastre y G. Rodríguez