La cuarta generación del Renault Mégane ya está en los concesionarios. Respecto al modelo que sustituye, el nuevo cambia de manera radical para adaptarse a los nuevos tiempos y no perder posiciones respecto a sus principales oponentes. Nosotros conducimos la versión diésel de 110 CV asociada al acabado deportivo GT Line.
Los cambios del compacto francés ya se comienzan a apreciar de manera notoria nada más verlo por fuera. Ahora las líneas cambian de manera radical, para adoptar la nueva tendencia en diseño de la marca. A nosotros nos recuerda mucho a un Clase A de Mercedes-Benz, pero con los pilotos traseros de un Renault Talisman y el Frontal de un Espace. En cualquier caso, la mejora en diseño respecto al anterior modelo es abismal al igual que necesaria.
Más moderno y mejor acabado por dentro
Por dentro, el nuevo Mégane nada tiene que ver con su predecesor. No sólo es más amplio, algo que se nota desde el primer momento, sino que también ofrece un cambio de diseño profundo muy en la línea de los nuevos modelos de la marca. Otro de los puntos en los que también evoluciona, es el que afecta a los acabados y calidad del interior, que también le permite superar con creces a la anterior generación.
La posición al volante también supone una gran mejora. Ahora nos sentimos mucho más integrados a los mandos, y la postura puede ser más baja, algo que se agradece. Los asientos delanteros que equipa la versión ‘GT Line’ son muy recomendables por la gran sujeción que ofrecen y lo ergonómicos que resultan.
El espacio disponible en las plazas traseras también es destacable, ya que se sitúa entre los mejores de su segmento. Sobresale, especialmente, el espacio disponible para las piernas. En cuanto a los asientos, sin ser tan envolventes como los delanteros, son confortables y ofrecen un mullido consistente.
El maletero, que tiene una capacidad de 384 litros, una cifra que le sitúa en la media de su segmento y que ofrece suficiente capacidad para cubrir todo tipo de necesidades. Para aumentar su volumen, se pueden abatir los respaldos de los asientos traseros para conseguir una capacidad máxima de 1.247 litros.
Para terminar con lo que ofrece el nuevo Mégane en su interior, no debemos olvidar lo que ofrecía nuestra unidad de pruebas; el sistema R-LINK 2 y su pantalla vertical de 8,7 pulgadas (22 cm), idéntica a la de Nuevo Espace y de Talisman. En este sentido, el compacto francés, es único de su segmento en ofrecer una pantalla capacitiva que ofrece una sensación táctil similar a la de un smartphone o de una tablet. El R-LINK 2 está equipado con reconocimiento de voz para la navegación, el teléfono, las aplicaciones y la radio, para un acceso más sencillo y seguro a las funciones.
Para ofrecer en el interior una forma más acogedora, tal y como ocurre en los MINI, el Mégane puede configurarse con diferentes tonalidades en su iluminación y en la pantalla táctil.
Mayor estabilidad y refinamiento
En marcha, el Mégane sigue ganando muchos enteros. Una vez que arrancamos, notamos que el pequeño dCi de 110 CV suena muy poco y funciona con refinamiento. Pero esto no sólo se percibe al ralentí, también se reproduce cuando nos ponemos en movimiento. En ese tipo de condiciones, todas las vibraciones que genera la mecánica están perfectamente aisladas –tan sólo notamos un hormigueo en el embrague-. Todo esto permite que el Mégane sea un coche muy confortable. Además, la calidad de rodadura también aporta su granito de arena y, ésta, está a la altura de modelos de superior categoría.
Con el acabado GT Line, las suspensiones ofrecen un reglaje específico, que se traduce en una mayor estabilidad sin perder confort de marcha. Quizá el Mégane no se le siente tan ligero como, por ejemplo, un Peugeot 308, pero es un coche ágil con unos grandes niveles de estabilidad en todo tipo de condiciones.
Al igual que muchos de sus rivales, el nuevo Mégane ofrece cinco modos de conducción (Neutral, Eco, Confort, Sport y Personal). Se pueden gestionar desde la pantalla multifunción y permiten endurecer la dirección, mejorar la respuesta del motor, modificar el diseño del panel de instrumentos y consumir menos carburante si optamos por el modo ‘Eco’. Precisamente, si hablamos de consumo, el Mégane se sitúa entre las mejores opciones de su segmento. Según nuestras mediciones, la unidad de pruebas que pudimos testar consiguió un consumo medio que puede llegar a situarse sobre los 4,5 litros a los 100 kilómetros. Sin duda, un gran dato.
El nuevo Renault Mégane es uno de los coches más avanzados de su segmento, buena prueba de ello es todo el equipamiento que es capaz de ofrecer, sobre todo en cuanto a ayudas de conducción se refiere. Entre lo más destacable, cabe reseñar el regulador de velocidad adaptativo, el sistema de frenada emergencia asistida, la alerta por cambio involuntario de carril, la alerta de distancia de seguridad, la alerta de exceso de velocidad con reconocimiento de las señales de tráfico, el detector de ángulo muerto, la cámara de visión trasera, el cambio automático de luces largas/cortas, la ayuda al aparcamiento delantera, trasera y lateral, el sistema parking manos libres, y la tecnología 4Control que es el equipamiento estrella y que no lo pudimos probar en nuestra unidad de pruebas. Precisamente, la versión que pudimos conducir está disponible por 26.000 euros (consultar todos los precios).
Conclusión: uno de los modelos más exitosos y vendidos de Renault, se renueva por completo para renovar sus buenos resultados comerciales. Argumentos para situarse en lo más alto no le faltan. Entre sus puntos fuertes, cabe destacar su completo equipamiento, el amplio menú de ayudas a la conducción y el salto en calidad y diseño que ha dado respecto a su predecesor. La versión diésel de 110 CV es muy interesante por consumo y agrado de conducción.