A principios de 2014 Renault renovó su modelo compacto, el Mégane. Gracias a esta reciente mejora, el compacto francés estrenaba un nuevo frontal, motores más eficientes y un equipamiento más completo. Ahora, después de unos meses en el mercado cosechando muy buenos resultados comerciales, nos subimos para probarlo en profundidad y, así, contarte qué nos ha parecido este veterano compacto que ha sabido renovarse para seguir dando guerra.
Tal y como se aprecia en las imágenes, prácticamente lo único que cambia de este Mégane cuando lo ves por primera vez por fuera, es el frontal. Y es que, bajo nuestro punto de vista, gracias a esta mejora estética, el compacto francés es mucho más atractivo. La parte trasera queda inalterada. La versión ‘GT Style’, que es la que pudimos probar, tenía un acabado deportivo, que incorpora retrovisores, el marco de las luces diurnas y el difusor trasero lacados en color gris.
Un interior con buenos acabados
Por dentro, no apreciamos diferencias de acabado respecto al modelo precedente. Así que, encontramos un interior bien realizado y con unos materiales que se ajustan más o menos a los modelos de su categoría. Cabe destacar el salpicadero, que incorpora materiales blandos al tacto y que presenta buenos ajustes y ningún tipo de grillo o crujido cuando presionamos ciertas zonas, o cuando circulamos por vías en mal estado.
Al igual que el anterior modelo, el puesto de conducción es satisfactorio por diseño y reglajes de asiento y volante. Los asientos delanteros, pese a que estamos ante una versión de acabado deportivo, no sujetan demasiado, sobre todo por banqueta. No obstante, son confortables y envuelven adecuadamente al cuerpo. El tapizado de los mismos y de las puertas, es de tela. Su calidad es normal y nos han parecido sufridos y fáciles de limpiar. Los reposacabezas de los asientos delanteros, pese a no contar con la apertura de ‘tipo libro’, protegen correctamente la parte cervical para cuidar a los ocupantes en caso de colisión, bien frontal o por alcance.
Como buen Renault que se precie, impera la sencillez cuando se trata de manejar cualquier mando. Cabe destacar los mandos satélite que se encuentran detrás del volante; éstos cuentan con un accionamiento muy suave, además de ser accesibles e intuitivos. Por otra parte, algunos mandos ubicados en la consola central, aunque mantienen un orden bastante lógico, pueden resultar algo pequeños.
El cuadro de instrumentos no cambia, y sigue combinando indicadores analógicos y digitales. Su diseño es acertado, no sólo por su atractivo, sino también por orden para poder consultar la información que ofrece sin problemas.
Antes de terminar de analizar el interior, no quiero pasar por alto la habitabilidad disponible en las plazas traseras; es correcta en longitud, puede que algo justa en altura y la habitual en anchura. Los asientos resultan confortables, aunque puede que el respaldo presente una inclinación hacia delante algo acusada.
Suficientemente práctico y con un buen maletero
El Renault Mégane sigue siendo un coche muy práctico. Lo es, porque tiene suficientes compartimentos al alcance del conductor para guardar objetos de diferente tamaño (en la guantera puedes guardar de todo).
Su maletero hace gala de una gran capacidad, concretamente 405 litros, lo que es un dato excelente. Si necesitas más espacio, los respaldos de los asientos posteriores se pueden abatir en proporción 60/40 para dejar un piso de carga prácticamente plano y un volumen de 1.162 litros. La boca de carga es accesible y es de dimensiones generosas, lo que nos permite introducir objetos de gran tamaño.
Gana en confort
Cuando nos ponemos en marcha, desde los primeros kilómetros notamos que Renault ha realizado un gran trabajo para que, este Mégane, sea un coche confortable que trata con mimo a sus ocupantes. Aunque Renault no ha comunicado nada al respecto, he tenido la sensación de que la calidad de rodadura es de mayor calidad y que la suspensión es algo más blanda, lo que redunda en un nivel de confort elevado.
Todas estas aparentes mejoras no han perjudicado en exceso la parte dinámica, y es que, este Mégane, sigue siendo un coche estable, muy fácil de conducir y con unas reacciones en condiciones límite que resultan bastante predecibles. El tacto de la dirección eléctrica es muy suave, pero sin ser imprecisa cuando circulamos por carretera.
El equipo de frenos, como suele ser típico en Renault, está muy bien diseñado para que las frenadas sean eficaces y para que la fatiga sea prácticamente inexistente cuando circulamos a un ritmo alegre, por ejemplo, en una carretera de montaña.
Una mecánica de consumo ajustado
No debemos pasar por alto uno de los puntos fuertes de este coche, el motor. Nuestra unidad equipaba el 1.5 dCi de 110 CV, que es una de las últimas evoluciones de esta mecánica. Pese a tratarse de un propulsor Diésel, resulta muy suave y agradable de utilizar, y no se hace notar en exceso cuando nos movemos a un régimen de giro alto. Por rendimiento, también es un motor satisfactorio, porque permite que la aceleración sea buena (por ejemplo, acelera de 0 a 100 km/h en 10,8 segundos y es capaz de alcanzar una velocidad máxima de 190 km/h). También es un motor muy refinado, ya que resulta muy plano. La entrega de par y potencia resulta muy progresiva, tanto es así, que llegamos a pensar que le falta algo de ‘chicha’, aunque cuando miramos el velocímetro, vemos que nuestro Mégane avanza con decisión.
El pequeño dCi de Renault se encuentra asociado a un cambio manual de seis velocidades que ofrece un tacto normal, pero muy suave, lo que permite que lo utilicemos con agrado y con rapidez si fuera necesario. El tacto de los pedales, que no es malo, me ha parecido mejorable; el punto del embrague estaba demasiado alto, había que adaptarse más de lo deseado para dosificar la fuerza de la frenada del pedal del freno y el acelerador contaba con el típico doble fondo de muchos modelos de Renault que sirve para desactivar el regulador de velocidad.
Si hablamos de consumo, tal y como cabe esperar, las cifras que obtenemos son realmente bajas. Según nuestras mediciones, circulando por autovías y carreteras de segundo orden, obtuvimos una media de 4,5 l/100 km sin sobrepasar el límite de velocidad. En ciudad y a un ritmo normal la media puede llegar a incrementarse en poco más de litro y medio en el peor de los casos.
Su precio y equipamiento
El equipamiento de la serie ‘GT Style’ es muy completo, y prácticamente no echas en falta grandes cosas. Está formado por ABS, ESP, seis airbags, dirección con asistencia eléctrica, equipo de audio con bluetooth y USB, volante multifunción forrado en cuero, ordenador de a bordo, climatizador bizona, elevalunas eléctricos delanteros y traseros, luces diurnas de leds, espejos eléctricos y plegables, sensor de luz y lluvia, control de velocidad, llantas de aleación de 16", cierre centralizado con mando a distancia por tarjeta, control de aparcamiento trasero y boca del depósito sin tapón.
Entre las principales opciones, cabe destacar el navegador (500 euros), navegador con sistema R-Link (800 euros), pack con freno de mano eléctrico, sistema de ayuda al arranque en cuesta y acceso/arranque manos libres (450 euros), cristales traseros tintados (250 euros), rueda de repuesto (100 euros), pintura metalizada (de 480 a 675 euros).
El Renault Mégane Berlina GT Style dCi 110 está a la venta desde 19.500 €, un precio que no incluye el Plan PIVE, pero sí un descuento promocional de 3.000 € ofrecido por la marca (ver todos los precios).
Conclusión: El Renault Mégane sigue siendo una buena opción dentro de su segmento, ya que tiene una excelente relación precio-equipamiento, un buen acabado y notables cualidades prácticas que le permiten ser el coche ideal para cubrir las demandas de la mayoría de los conductores. Esta renovada versión ha venido de muy bien para que el compacto francés ofrezca más equipamiento, más confort, una gama de motores más eficiente y una estética en su frontal más deportiva y atractiva.