A Mitsubishi siempre se le ha dado muy bien eso de hacer todoterrenos. El Outlander, que un modelo adaptado a los nuevos tiempos, también lo es. Bien es cierto que no llega al nivel de un montero de hace unos 15 años, si lo que queremos es tener un 4×4 puro y duro, pero es un buen vehículo para moverse con soltura dentro y fuera de la carretera.
La sobriedad manda en el habitáculo
Su interior es muy japonés; es sobrio y no trata de impresionar a sus ocupantes. Bien es cierto que no transmite lujo, ni trata de abrumarnos con una gran sensación de calidad, pero los todas las piezas están muy bien ensambladas y todos los materiales son agradables al tacto.
La posición al volante está muy bien resulta. Sin que los asientos sean excesivamente envolventes, sí que se muestran confortables y ofrecen un mullido muy equilibrado entre dureza y confort. El acceso a todos los mandos es bueno, y no es necesario tirar de demasiados reglajes para sentirse integrado en el puesto de conducción.
Todos los mandos están muy bien ubicados, y Mitsubishi ha sabido simplificar muy bien todo para que la utilización sea sencilla y cómoda. Como buen coche japonés que se precie, el tacto de todos los mandos es suave y agradable.
En las plazas de la segunda fila el nivel de confort es inferior a las de la primera, pero lo bueno que tienen, es el espacio disponible en longitud. La banqueta nos resultó algo corta y, al igual que el respaldo, algo plana.
La versión de 7 plazas, que es la que pudimos probar, ofrece dos plazas extra que pueden ser muy útiles en la tercera fila. Bien es cierto que, como cualquier coche de este tamaño, no son muy recomendables, pero vienen muy bien para dos niños o para una emergencia puntual.
Con el coche en modo de cinco plazas, el maletero ofrece una capacidad de 774 litros, una cifra que se puede ampliar hasta los 1.691 litros con la segunda y tercera fila abatida. En condiciones normales, sin sacrificar las cinco plazas, la capacidad y las formas de todo el entorno del maletero están muy bien diseñadas para aprovecharlo al máximo.
Se impone el confort
En carretera, el Outlander es un coche muy confortable, que hace gala de una suspensión muy confortable. El acertado reglaje de los muelles y los amortiguadores nos permite encontrar un coche equilibrado, que es capaz de controlar muy bien las oscilaciones de la carrocería y absorber perfectamente las imperfecciones de la carretera o de un de un camino mal asfaltado.
Pese a que nuestra unidad de pruebas equipaba el sistema de tracción delantera, ésta era capaz de avanzar mejor de lo esperado por superficies de baja adherencia. En carretera, es un coche que se comporta perfectamente, con una eficacia y precisión más que correcta si tenemos en cuenta el tipo de coche que conducimos.
El motor diésel de 150 CV funciona de maravilla; responde con fuerza, tiene un tacto muy suave y no es demasiado tosco y ruidoso. Por prestaciones, es más que suficiente para tener un coche competente en todo tipo de condiciones.
El motor se encuentra asociado a un cambio manual de seis velocidades, que es capaz de sacar lo mejor de la mecánica y que adopta unos desarrollos ideales para conseguir ese balance ideal entre prestaciones y consumo. Ya que hablamos de consumo, las cifras se muestran realmente bajas, con un gasto en carretera de unos 6,6 litros a los 100 kilómetros y una media de unos 7,5 l/100 km en ciudad.
Su equipamiento resulta muy competitivo, con una dotación de serie realmente completa y en la que no va a faltar el control de crucero, climatizador, llantas de aleación, volante multifunción y un equipo de sonido de bastante calidad. Su precio de salida es de 29.400€, una tarifa que no incluye ni PIVE ni descuentos puntuales ofrecidos por la marca (consultar todos los precios).
Conclusión: Mitsubishi es garantía de calidad y fiabilidad. Además, si el elegido es un todoterreno, la elección no puede ser mejor si valoramos la compra de un coche de este tipo. La versión diésel de 150 CV es muy interesante y competente en todos los apartados para tener un coche polivalente y satisfactorio. Su comportamiento en carretera y campo es una referencia si lo comparamos con sus más directos rivales.