Hay que reconocer que a Mazda se le da muy bien eso de fabricar buenos todocaminos o todoterrenos ligeros (SUV). El precedente más reciente, al menos en el mercado europeo, fue el CX-7, un SUV de aire Premium que podía presumir de tener un precio muy competitivo y una calidad de fabricación que estaba a la altura los mejores de su clase.
Ahora le llega el turno a algo más generalista y menos lujoso. Se llama CX-5, y aunque esté en un escalón inferior al CX-7, sigue siendo un muy buen producto que debería ajustarse a la perfección a nuestro mercado.
Rasgos deportivos en un SUV de corte familiar
A primera vista, la estampa es atractiva, con unas líneas muy compactas y un diseño que encaja perfectamente con los gustos que tenemos aquí en Europa. En este sentido, creo que Mazda ha sabido combinar, con muy buen criterio, unas líneas más bien deportivas en un SUV compacto de corte familiar.
Ya dentro, lo que más llama la atención, es la solidez y la calidad de todo el interior. Tanto es así, que muy probablemente estamos ante el mejor de los de su clase y precio (Renault Koleos, Toyota RAV4, Opel Antara Honda CR-V o Nissan Qashqai +2). Un buen ejemplo de la calidad de realización del interior, es el salpicadero, que es muy sólido y está revestido con un plástico blando de espesor generoso. En otras zonas del habitáculo, hay plásticos rígidos de peor calidad, pero bien tratados y rematados para que ofrezcan un aspecto más que correcto.
Sentados a los mandos, los reglajes del volante y el asiento nos permiten conseguir la postura deseada, que puede ser alta o baja, además de adaptarse perfectamente a personas de diferentes estaturas.
Los asientos delanteros, que en nuestro caso estaban revestidos en una tela sufrida que se limpiaba bastante bien, resultaban envolventes y el mullido tenía la consistencia deseada para que resultaran firmes y, a la vez, confortables. Por su parte, los reposacabezas, que sólo se podían regular en altura, se ajustaban perfectamente para que quedaran cerca de la cabeza y en el punto optimo.
Detrás, los asientos no eran tan envolventes como los delanteros, pero resultaban cómodos. Además, en las plazas traseras hay suficiente espacio en todas las cotas y bastante distancia en longitud para las piernas.
Un puesto de conducción muy bien diseñado
Situado a los mandos, se nota que estamos ante un Mazda, no por sus mandos, que también, sino por detalles como el volante de un tamaño más bien pequeño y el acertado diseño de todo el puesto del conductor, que hace que la conducción sea más confortable y satisfactoria.
Hombre y máquina en sintonía
La HMI (interfaz hombre-máquina) de nueva generación del Mazda CX-5, más fácil de usar que nunca, incluye una pantalla táctil de 5,8 pulgadas situada en el centro de la parte superior del salpicadero, que reduce la necesidad de que el conductor aparte la vista de la carretera (de serie en toda la gama).
Los controles del volante son extremadamente funcionales y facilitan más que nunca el uso del sistema de información y entretenimiento, al que también se puede acceder utilizando el HMI commander situado en la consola central, entre los asientos delanteros, o directamente a través de la pantalla táctil (de serie en toda la gama).
El sistema de información y entretenimiento incorpora la última tecnología y ofrece una entrada USB, conectividad inalámbrica Bluetooth y reproducción inalámbrica de audio procedente de un iPod (de serie en toda la gama).
El sistema de sonido envolvente “Bose” desarrollado conjuntamente con Mazda para el Mazda CX-5, hará las delicias de los melómanos (de serie en el acabado Luxury), mientras que el sistema de navegación, basado en la tecnología TomTom, ofrece un servicio de conexión de alta calidad (opcional). También cabe citar otros elementos, como el kit de manos libres para teléfono móvil con supresión del ruido y reconocimiento de voz, el botón de arranque con sistema avanzado de encendido sin llave, la antena tipo aleta de tiburón y, por supuesto, el control de crucero (todo ello de serie en toda la gama).
El cuadro de instrumentos, que está formado por tres esferas, ofrece una información muy clara, cuenta con una retroiluminación que puede ser muy potente y, además, integra dos pequeñas pantallas digitales desde las que se pueden consultar todos los datos del ordenador de a bordo.
Climatización eficiente
Mazda afirma que ha diseñado uno de los mejores sistemas de calefacción y aire acondicionado de su clase y, después de probarlo, creo que razón no le falta. Por razones obvias, no he podido probar la calefacción, pero sí el aire acondicionado con temperaturas exteriores que sobrepasaban los 30 grados con bastante holgura. Lo que más me ha llamado la atención, es que el aire acondicionado es capaz de enfriar el habitáculo con suma rapidez sin que nos incomode con una desagradable bocanada de aire frío cuando lo ponemos en modo automático. Además, cuando el ventilador funciona a una potencia alta, no resulta ruidoso. Por lo demás, y si esto fuera poco, Mazda afirma que este sistema de climatización tiene un consumo más bajo, lo que repercute positivamente en el gasto de carburante.
Un maletero para la vida real
Ya he comentado anteriormente que el Mazda CX-5 goza de una gran habitabilidad interior, algo que no perjudica la capacidad del maletero y su correspondiente funcionalidad. De hecho, el maletero del CX-5 es otro ejemplo de cómo transportar todo tipo de cargas sin que se vea afectado el confort de los pasajeros. Una vez más, el secreto está en adaptarse a las necesidades de manera inteligente con un espacio muy eficiente, en el que se ha prestado atención a todo lo esencial. Se ha elegido una forma cúbica sin irregularidades ni espacios muertos, junto con un portón trasero diseñado para facilitar las operaciones de carga y descarga. Su capacidad del maletero es de las mejores del segmento, con 503 l si se incluye el compartimento inferior, y permite albergar cuatro bolsas de golf o cuatro maletas. Pero aún hay más: con los asientos traseros plegados, el volumen del maletero aumenta hasta los 1620 l contando con el compartimento inferior.
Para mejorar la comodidad y la funcionalidad en el día a día, el Mazda CX-5 incorpora una bandeja que se abre y se cierra solidariamente con el portón trasero. Su diseño, permite que la carga del maletero quede oculta y, además, no molesta lo más mínimo cuando abrimos el portón. Esta bandeja, que solo pesa 2 kg (la mitad que la del Mazda6 Wagon), se quita con solo pulsar un botón y se puede guardar en el compartimento inferior.
Los respaldos de los asientos traseros se abaten con suma comodidad en tres secciones 4:2:4. Accionados ya sea mediante sencillas palancas cómodamente ubicadas en la parte superior del maletero, a ambos lados, o bien desde el interior del coche por medio de botones situados en la parte superior de los asientos, los asientos traseros abatibles se pliegan creando una zona de carga prácticamente plana que aporta una flexibilidad máxima. La sección central puede utilizarse como quinto asiento, como reposabrazos central con posavasos incorporado, o abatirse por completo formando un suelo plano para transportar objetos alargados. Con la sección central plegada, aún queda suficiente espacio para dos asientos infantiles o para que dos adultos se sienten cómodamente.
Una gama de motores muy eficiente
El Mazda CX-5 se comercializa con tres motores de cuatro cilindros (dos diésel y un gasolina). De los Diésel disponibles por el momento (150 y 175 CV), hemos probado el menos potente. Se trata de un 2.2 litros que entrega una potencia de 150 CV a 4.500 rpm y un par motor máximo de 380 Nm entre 1.800 y 2.600 rpm.
Asociado a la versión de tracción delantera, es un motor más que solvente para circular con normalidad, además de estar a la altura de las circunstancias si decides incrementar la velocidad de forma considerable. En este sentido, es un motor con tanta sensación de fuerza y brío, que Mazda le ha acoplado un cambio con unos desarrollos muy largos, al menos en la versión manual de 6 velocidades.
Pero no sólo es un propulsor que destaca por su buen rendimiento, también es suave, elástico y refinado. Siempre responde con mucho agrado y no emite vibraciones desagradables al interior.
Lo peor del motor, si es que hay algo que criticar, es que resulta algo ruidoso cuando arrancamos en frío o circulamos en ciudad a una velocidad baja. Sin embargo, en carretera el ruido mecánico apenas se aprecia cuando circulamos a una velocidad sostenida.
Muy competente en ciudad y, sobre todo, en carretera
El 2.2 Diésel de Mazda es una mecánica muy agradable de utilizar en cualquier tipo de circunstancia. Saliendo desde parado, responde bien desde la parte más baja del cuentavueltas sin apenas apreciar el típico vacío de potencia de los motores turbodiesel. En carretera y pese a tener unos desarrollos muy largos, recupera muy bien en marchas largas y responde más que de sobra cuando necesitamos una aceleración contundente a la hora de adelantar en una vía secundaria de doble sentido.
Sus prestaciones sobre el papel se ajustan a lo esperado, ya que es capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en 9,2 segundos y alcanzar una velocidad máxima de 202 km/h.
En líneas generales el consumo de carburante es bajo. En ciudad sorprende mucho mantener medias de unos 7 litros en condiciones normales y sin cuidar especialmente la conducción. Cuando llega la hora salir a carretera, hemos notado que el gasto es algo más sensible dependiendo del tipo de carretera y, sobre todo, de la velocidad. En condiciones favorables y circulando a velocidades legales, el consumo siempre se estabiliza sobre los 6,5 litros. Por el contrario, si la carretera no es completamente plana e incrementamos la velocidad, la media asciende hasta los 8 litros con bastante facilidad.
Para circular por ciudad, el motor se apoya en un sistema de arranque y parada automática que Mazda denomina i-stop. Su funcionamiento es satisfactorio, ya que interviene con suavidad y rapidez sin que suponga un inconveniente cuando se para con frecuencia.
El más dinámico de su categoría
Conducir un Mazda es sinónimo de dinamismo, estabilidad y suavidad. En el CX-5 nos encontramos un coche con una pisada magnífica, más cercana a la de modelos más costosos, que a la de cualquiera de los de su categoría ya nombrados con anterioridad. Lo primero que se percibe, es que es un coche que aísla muy bien a los ocupantes de los ruidos generados por el motor, rodadura y aerodinámica. En carretera, el ruido que más se impone es el aerodinámico, pero no resulta excesivamente elevado como para que resulte molesto.
Las suspensiones tienen una puesta a punto acertada para que mimen con suavidad a los ocupantes, sin perder eficacia cuando se quiere ir rápido en una carretera con muchas curvas. No en vano, sí que es cierto que las suspensiones cuentan con un recorrido generoso, pero todos los movimientos de la carrocería están muy bien contenidos para que brille la estabilidad por encima de todo.
El tacto de este CX-5 cuando lo conduces está bastante cuidado y transmite calidad pese a que el funcionamiento del embrague y el cambio es algo denso. Por su parte, la dirección, que es de asistencia eléctrica, resulta precisa y tienen el buen tacto que caracteriza a todos los Mazda.
Ni que decir tiene que los frenos también están a la altura de lo que se espera. Resultan eficaces, y siempre son capaces de detener al CX-5 en unas distancias muy cortas y sin que se agoten cuando se les sutiliza con frecuencia y agresividad.
Nuevas ayudas a la conducción
Si hablamos de equipamiento, el Mazda CX-5 destaca por su amplia dotación de seguridad y ayudas a la conducción, de hecho, el modelo japonés está equipado con la última tecnología en seguridad activa, como el sistema de asistencia a la frenada en ciudad (Smart City Brake), de serie en toda la gama, y el sistema de alerta de cambio involuntario de carril (LDW) (opcional), además de estructuras de seguridad pasiva de última generación.
Especial mención merece el sistema de asistencia a la frenada en ciudad (Smart City Brake), que emplea un sensor de infrarrojos cercanos en el parabrisas para controlar los vehículos que circulan por delante, con un alcance de aproximadamente 6 m. Si se detecta un riesgo de colisión importante, entonces precarga el freno y lo prepara para una parada de emergencia.
Ahora bien, si se evita el riesgo o disminuye el peligro, la precarga del freno se cancela de inmediato. Pero si el conductor no reacciona o toma medidas para impedir la colisión, frena automáticamente. Con ello, ayuda a evitar accidentes a velocidades de hasta 15 km/h y, cuando se circula hasta 30 km/h, al menos reduce la intensidad de la colisión. Naturalmente, esto disminuye el potencial de lesiones y de daños en el vehículo, con la consiguiente repercusión en el coste de las reparaciones.
Precio y equipamiento
Nosotros hemos probado la versión 2.2 D 150 CV 2WD Style, que sin ser el acabado más alto, cuenta con una dotación de serie muy completa y permite completarla con opciones interesantes. En nuestro caso, la unidad probada incluía el paquete “Safety” + el navegador (2.500 €) y la pintura metalizada (500 €). El Pack Safety incluye de serie el asistente de cambio de carril, sensores de aparcamiento delantero y trasero, faros bixenón direccionales y sistema de alerta de cambio involuntario de carril (LDW), sistema de control de luces de largo alcance (HBC). Su precio es de 29.990 € (aquí puedes consultar todos los precios).
Conclusión: El nuevo Mazda CX-5 lo tiene todo para triunfar en nuestro mercado; una estética muy atractiva, motores muy eficientes de última generación, un comportamiento en carretera que está a la altura de los mejores, nuevas ayudas a la conducción y un habitáculo amplio y práctico. La versión Diésel de 150 CV es muy satisfactoria por prestaciones y consumo de carburante.
Texto: Gustavo Rodríguez
Fotos: A.R. Sastre, G. Rodríguez y Mazda