Aunque en cierto modo la cuarta generación del Honda CR-V guarda una gran similitud con el modelo precedente, es un modelo completamente nuevo que ha ganado en todos los apartados para situarse como una interesante alternativa a sus competidores alemanes muchos más caros y lujosos.
En nuestra primera toma de contacto del modelo japonés, hemos optado por la versión Diésel de 150 CV asociada a la tracción integral, al cambio manual de 6 velocidades y al nivel de acabado Luxury, que cuenta con una gran dotación de serie.
Como coche familiar me parece una de las mejores alternativas posibles, ya que resulta práctico, tiene suficiente amplitud por dentro, un maletero con bastante capacidad y es muy confortable, tanto en carretera, como fuera de ella.
Con un aspecto más deportivo
Si empezamos por el diseño de la carrocería, debo decir que, esta nueva generación, ha ganado muchos enteros respecto a su predecesor. Ahora es un coche con una línea mucho más deportiva y hace gala de un mayor empaque, lo que le permite acercarse a modelos mucho más costosos, como un Audi Q5 o un Volvo XC60.
Por dentro también es un coche que ha mejorado bastante. Nuestra unidad, que estaba tapizada con un cuero beige, ofrecía un habitáculo con un aspecto agradable y cálido.
Honda no ha elegido materiales especialmente lujosos, pero el acabado de todo el interior es bueno en líneas generales. Si tuviera que destacar algo, me quedaría con el tapizado de cuero perforado, que resulta muy agradable, acogedor y de bastante calidad. Por lo demás, la parte más visible del salpicadero, estaba forrada con un material de buen aspecto.
La postura al volante no es demasiado alta y, aunque al principio me costó un poco elegir los reglajes adecuados en el volante y asiento, con el paso de los kilómetros me fui encontrando más cómodo.
Piso plano para los ocupantes traseros
En las plazas posteriores hay suficiente espacio para que dos adultos de estatura media vayan con comodidad, no en vano, la banqueta puede resultar algo corta para algunos ocupantes. Por el contrario, el piso era totalmente plano, algo que permitía ganar en confort y sensación de espacio.
Pero el interior no sólo cuenta con bastante amplitud para que se vaya cómodo, sobre todo en los trayectos más largos, también es bastante práctico. En este sentido, el Honda CR-V es de esos coches pensados para los padres de familia. Además de contar con una buena gama de compartimentos para dejar los habituales objetos que podemos llevar en un coche (refrescos, carteras o algún que otro juguete, también hay tomas de corriente en distintos puntos del habitáculo y una toma USB para conectar dispositivos externos (móviles, Mp3 o iPod).
Gran capacidad de maletero
El maletero es enorme, tanto es así, que es uno de los más capaces de su segmento, superando a modelos como, por ejemplo, el Audi Q5, BMW X3 o Mazda CX-5. Con sus 585 litros de capacidad, puedes meter de todo y con poco esfuerzo, ya que la boca de carga no queda muy alta y el piso está prácticamente enrasado con la misma. Si necesitas una mayor espacio para la carga, abatiendo los respaldos de los asientos traseros en proporción 60/50 puedes contar con 1.669 litros de volumen.
La maniobra para abatir los asientos resulta muy cómoda, pues todo el sistema mecánico es muy refinado para que no haya movimientos bruscos y engorrosos para el usuario.
Por lo demás, el maletero sin tener una iluminación muy potente, ni muchos compartimentos, resulta muy aprovechable y equipa una red a la izquierda para guardar pequeños objetos y un par de ganchos para colgar bolsas o similares.
Nuestra unidad de pruebas equipaba el portón eléctrico, que es una auténtica bendición y se agradece mucho en un coche de este tipo, en el que los portones resultan muy engorrosos de abrir y cerrar por lo grandes y pesados que resultan.
Todo a mano
Llega la hora de ponerse a los mandos, y lo primero que noto es que el puesto de conducción está muy bien diseñado. El volante, como suele ser habitual en casi todos los coches japoneses, tira a pequeño, y eso se agradece para que la conducción se vea beneficiada. Además, el mando del cambio está en una posición elevada, justo en el punto ideal para que no tengas que buscarlo y facilite al máximo el cambio de marchas.
La disposición, diseño y ubicación de todos los mandos es muy bueno en líneas generales. Destacan las dos pantallas multifunción. La primera de ellas está ubicada en la parte más alta del salpicadero, y nos muestra todos los datos del ordenador de a bordo, del equipo de sonido y de la hora. La otra, está integrada en la consola central, y nos permite manejar el navegador, equipo de sonido y algunas funciones del vehículo. En ambos casos, no me ha gustado demasiado la tipografía –que me ha parecido bastante anticuada- y la forma en la que se ha querido ordenar todos los menús. En cualquier caso, uno se termina acostumbrando con el paso del tiempo.
Nos ponemos en marcha
Una vez acoplado a los mandos, pulso el botón de arranque para ponerme en marcha. Cuando lo hago, lo primero que noto, es que el motor vibra muy poco, lo suficiente para dudar si estoy en un coche de motor Diésel o de gasolina. Las vibraciones son muy bajas y el ruido está muy bien aislado para que no aparezca de forma desagradable en el habitáculo. Únicamente se hace sentir de una forma más evidente cuando nos movemos a un régimen de giro alto.
Durante los primeros kilómetros que realizo en ciudad –concretamente en Madrid- noto que es un coche que se maneja perfectamente y que no resulta nada aparatoso. Su maniobrabilidad es perfecta y, en el caso de nuestra unidad de pruebas, la cámara de parking trasera, hace que estacionar sea una cosa de niños.
Llega la hora de salir a carretera, y las sensaciones siguen siendo muy buenas. En primer lugar, el Honda CR-V puede presumir sin complejos de tener la pisada de los coches buenos, sí, esos que en la actualidad solemos denominar “Premium”. La dirección es suave, precisa y es todo un placer manejarla. Lo mismo ocurre con la rodadura, que nos engaña perfectamente para hacernos sentir que estamos pisando una enorme alfombra de terciopelo, en lugar de un asfalto lleno de asperezas. Sin embargo, lamento mucho decir que el cambio manual de 6 velocidades no se encuentra a la misma altura. Y es que, además de transmitir una sensación de cierta endeblez muy poco agradable, es algo denso cuando se maneja rápido y el tacto denota poca calidad. Probablemente y sin haberlo probado, la opción automática sea mucho más recomendable.
Un buen motor bajo el capó
Los 150 CV del motor Diésel 2.2 i-DTEC son suficientes como para mover con solvencia la masa del CR-V y la tracción integral, tanto si se circula con ocupantes y carga, como si no se hace. Además, no hace falta jugar en exceso con el cambio, ya que los 350 Nm de par máximo, hace que este coche recupere muy bien en marchas largas a un régimen de giro bajo.
Pero no sólo es un motor solvente por potencia y agradable por su bajo nivel de ruidos y vibraciones, también gasta poco. Según nuestras mediciones, nuestro CR-V ha gastado 6,0 litros en autovía y autopista circulando a velocidades legales, una cifra que no se ha incrementado en exceso cuando llegaba el turno de adentrarse en un entorno urbano. En ese tipo de condiciones, costaba mucho trabajo superar los 7 litros de media. En parte, estos buenos registros en tráfico urbano, se pueden conseguir gracias al “Sistema Eco assist”, que nos permite consumir menos sin que percibamos una gran carencia en la potencia y respuesta del motor.
Cómodo y estable en todo tipo de circunstancias
El Honda CR-V es un coche muy agradable de conducir, básicamente por su buena calidad de rodadura y su tacto de dirección. En la versión manual, el tacto del embrague y cambio penalizan algo en este apartado, aunque tampoco terminan de emborronarlo todo para acabar con las buenas maneras de este coche.
Al igual que el anterior modelo, es un coche que sigue yendo muy bien en carretera y se puede encontrar algo más limitado en campo. No obstante, tampoco debemos engañarlos, y es que, con buen criterio, Honda ha querido que este SUV sea estable en carretera y correcto cuando nos movemos fuera de ella.
Con asfalto, es un coche que transmite ligereza en líneas generales, ya que responde bien a los cambios de dirección y no resulta torpe. Además, el tren trasero siempre ayuda cuando queremos solicitar su ayuda para cerrar el giro en una curva y, así, conseguir un coche más neutro. Por lo demás, este CR-V se conduce con facilidad y transmite mucha confianza cuando vamos a un ritmo rápido o perdemos adherencia en una curva.
Los frenos también cumplen bastante bien y, aunque se fatigan rápidamente cuando se les exige mucho, en condiciones normales están a la altura de lo que se espera y permiten que la frenada sea estable a altas velocidades.
Cuando hay que salir de la carretera, es un coche competente que cumple con lo que se espera, es decir, que pueda ir por un camino sin problemas, aunque esté embarrado o deteriorado. Su capacidad de tracción es buena y, al igual que en carretera, hace que este CR-V gane muchos enteros para que avance perfectamente en superficies deslizantes y tenga un comportamiento muy neutro en carretera.
Seis acabados y mucho equipamiento
El equipamiento del Honda CR-V puede llegar a ser muy completo y, en sus versiones más básicas, no te va a faltar unas bonitas llantas de 18 pulgadas, unos raíles en el techo y un asistente de aparcamiento con cámara trasera. Por lo demás, si quieres completarlo, puedes equiparlo con un techo solar panorámico, control de crucero adaptativo (ACC), control de descenso HDC (sólo disponible con la transmisión automática), climatizador automático dual, luces de xenón duales con autonivelación, luces de giro activas (ACL), cristales de privacidad oscurecidos, tapicería con acabados en piel/símil piel. Asientos delanteros calefactables, sistema de apertura y arranque inteligente (Smart Entry), portón trasero eléctrico, sistema de prevención y mitigación contra impactos (CMBS), sistema de parada automática al ralentí Start/Stop (sólo disponible con la transmisión manual), parabrisas delantero con sensor de lluvia, faros delanteros automáticos con sensor de luz, sistema de audio Premium con subwoofer y sistema de navegación HDD (con disco duro).
Precios y rivales
La versión de acceso a gama cuesta 23.000 €, mientras que la versión que hemos podido probar, asociada al acabado Luxury, se puede adquirir desde 36.400 € (ver todos los precios). Como he comentado al inicio de la prueba, por precio, el CR-V puede ser una alternativa interesante a un Volvo XC60, un Audi Q5 o un BMW X3 -el modelo de Honda es más barato y puede estar muy equipado-. Frente a sus rivales más directos (un Toyota RAV-4, por ejemplo), también puede llegar a resultar más barato.
Conclusión: El Honda CR-V cuenta con suficientes argumentos para ser la opción ideal si estás buscando un buen SUV familiar con aires de premium. Destaca por tener un equipamiento muy completo, y también puede tener un precio bastante ajustado si optas por las versiones más económicas. El motor Diésel de 150 CV sobresale por su bajo consumo y reducidos niveles de ruidos y vibraciones. Su comportamiento en carretera está a la altura de los mejores y, fuera del asfalto, es un coche que se defiende con bastante dignidad cuando circulamos por caminos complicados.
Texto: Gustavo Rodríguez
Fotos: A.R. Sastre, G. Rodríguez y Honda
Aquí puedes ver todos los vídeos del Honda CR-V.