La mayoría de las publicaciones del motor ha comparado el nuevo Fiesta ST con el Ibiza FR, ya que los dos modelos tienen la misma potencia. Nosotros hemos querido comprobar si interesa gastarse 4.735 euros más en el Ibiza Cupra para disfrutar en una carretera llena de curvas.
Cuando en Septiembre de 1975 se presentó el Golf GTI, el concepto de los vehículos rápidos cambio de repente. Volkswagen había creado un automóvil pequeño –medía 3.810 milímetros de largo, el Fiesta mide 10 centímetros más- con 110 caballos de potencia.
Hoy en día, esa potencia se ha quedado corta ya que casi cualquier utilitario es capaz de superar los 100 caballos de potencia. Pero el secreto del Golf GTI residía en su relación peso- potencia de 7,36 kg para 1 CV, ya que sólo pesaba 810 kilogramos. Esta ligereza le permitía ofrecer un comportamiento muy deportivo y eficaz.
35 años después
El concepto de GTI puro se ha alejado mucho de lo que los alemanes crearon hace 35 años. Cada vez tienen más potencia, la cifra de 120 caballos se quedó pequeña hace unos años y los 150 caballos para un utilitario GTI de altos vuelos tiene los días contados. Este desesperado aumento de potencia –parece que los fabricantes están inmersos en una carrera por la potencia- está creando utilitarios que se acercan descaradamente a los 200 caballos. Nosotros hemos dejado a un lado la potencia y con esta comparativa hemos querido rescatar el espíritu GTI y comprobar si merecen la pena los 180 caballos del Cupra para disfrutar de la conducción. Sin olvidar del precio, ya que los 4.735 euros que cuesta el Cupra dan para quemar muchos litros de gasolina.
El Fiesta ST es la primera carta de presentación del Team RS, la división deportiva de Ford. El motor es el conocido 1.999 centímetros cúbicos que se ha sometido a una ligera preparación con una programación de la centralita nueva, unos colectores de admisión más deportivos y un volante de inercia más ligero que permite mejor de vueltas. Con estas modificaciones, la potencia se eleva hasta los 150 caballos a 6.000 rpm, mientras que el par motor de 19,4 mkg se consigue a 4.500 rpm. Este propulsor tiene un funcionamiento muy deportivo, es de aquellos que les gusta subir de vueltas con progresividad y que prefieren que lo llevemos en todo momento sobre las 5.000 rpm si pretendes realizar un conducción decidida.
En el modelo español, nos encontramos con todo un obús del asfalto. El conocido 1.8 turbo de VAG es uno de los motores que pasarán a la historia. Lógicamente con 180 caballos y un peso muy similar, las prestaciones del Ibiza está muy por delante que las que es capaz de ofrecer el Fiesta. Aunque lo que más sorprende del Ibiza es el enorme par de 25 mkg que ofrece a sólo 2.000 rpm. Si quieres ir a algún sitio rápido, sólo tienes que apretar el acelerador a fondo, el par a tan bajas vueltas se encargará de llevarte en muy pocos metros. Es como conducir un TDI pero de gasolina.
Nos vemos en las curvas
Si en las motorizaciones, tenemos un claro ganador, en cuanto comenzamos a analizar el comportamiento, surgen las primeras dudas. Lo primero que percibimos es la extrema dureza de suspensiones del Ibiza Cupra.
El tarado de sus amortiguadores y muelles es tan duro que nos recuerda a un coche de competición ya que las más mínima irregularidad sobre el terreno la calcan los Pirelli PZero en medida 205/50 R17. Esta dureza consigue que la carrocería del Ibiza apenas balancee en las curvas y que la precisión de la trayectoria sea perfecta –siempre ayudado por una dirección muy conseguida-.
En cuanto comienzan las curvas, el Ibiza comienza a sacar los dientes y devora curvas una tras otra como si la vida le fuera en ello. Para realizar esta operación de forma tan efectiva, el Ibiza cuenta con un eje trasero, basado en unas ruedas tiradas por eje torsional, que ayuda a redondear las curvas de forma eficaz. La configuración trasera no es ninguna maravilla de la técnica –al Fiesta le ocurre lo mismo- pero le dota de gran agilidad al modelo español.
Explosividad en el Ibiza
El problema del Ibiza reside en la motricidad. Aquí su explosivo motor le juega una mala pasada.
Cuando circules con el control de estabilidad verás como no cesa de activarse en cada salida de las curvas, y cuando lo desconectes, no maltrates el acelerador con pisotones a fondo, ya que el Ibiza comentará a tener graves problemas de motricidad y perderás tiempo y la trayectoria. Lo mejor es hacerlo suavemente, esperar a que esté recto a apretar con fuerza para salir disparado hacia la siguiente curva.
En el Fiesta ST todo ocurre de forma más sencilla. Como su motor tiene menos potencia, las pérdidas de motricidad apenas existen y su comportamiento es tan divertido como el del Ibiza. La dirección del Fiesta nos ha parecido algo más dura, hecho que agradecemos cuando se practica una conducción deportiva, ya que ayuda a definir con precisión la trayectoria. Si ruedas a un ritmo vivo, el Fiesta –que no dispone de ESP- te perdonará todos los errores que cometas y se mantendrá justo por donde deseas. Aunque cuando comienzas a explorar sus límites, notarás como puede convertirse en un GTI de pura raza, ya que la trasera comenzará a deslizar y en más de una curva acabarás realizando el contravolante al más puro estilo de un coche de propulsión.
Después de realizar la prueba dinámica, podemos afirmar que el Ibiza Cupra es un coche para ir “con el cuchillo entre los dientes”, su motor le lleva a la cabeza de los GTI. Mientras que el Fiesta ST ofrece unas prestaciones inferiores y un comportamiento muy divertido, resulta mucho más fácil de conducir que el Ibiza.
Si tuviéramos que elegir un coche para usar todos los días, sin duda elegiríamos el Fiesta ST. Su confort es mayor, su comportamiento puede llegar a ser tan excitante como el del Ibiza y sobre todo su precio es mucho más contenido. Aunque seguramente, de vez en cuando, echaríamos de menos el motor y la agilidad del Ibiza Cupra, pero con los 4.375 euros que nos hemos ahorrado podemos hacer todos los tramos del Campeonato de España de Rallyes.